Albares, usos, vida y costumbres de sus moradores

Caserón-palacete de la familia Alcalá-Galiano en la Plaza de la Iglesia

Escudo heráldico de las familias Sánchez y Salcedo

(Texto de 1998)

Finalmente, y para concluir esta pequeña y resumida exposición de la historia de Albares, sería preciso hablar un poco de lo que fue su vida cotidiana tradicional durante muchos años e incluso siglos. Albares, como pueblo pequeño que es, ha mantenido durante muchos años y centurias unas formas de vida y unas tradiciones típicas de los medios rurales. Esta forma de vida sencilla y tradicional ha perdurado con muy pocas variaciones hasta por lo menos las postrimerías del siglo XIX.

El siglo XIX, con todas sus innovaciones y consiguientes transformaciones en todos los aspectos de la vida, ha terminado definitivamente con esa forma tradicional de vida que sólo pervive en el recuerdo de los más ancianos y en algunas tradiciones de procedencia remota que hemos de esforzarnos en mantener e incluso recuperar, si fuera posible.

Los habitantes de Albares se han dedicado en su mayor parte a la agricultura y a la ganadería. Según los datos disponibles, los productos agrarios mayoritarios procedían de la explotación de las tierras de secano, destacando principalmente el cultivo de los cereales (trigo, cebada, avena y centeno), las leguminosas (garbanzos y lentejas), la vid y el olivo.

La vid debió de ocupar unas extensiones de terreno mayores que las actuales a finales del siglo XIX, cuando la filoxera arrasó las viñas. Los terrenos de regadío son mucho más escasos y se sitúan en las vegas de los valles de Albares y Aradóñiga. Los principales cultivos que aquí se practicaban eran los hortícolas y el cáñamo. Albares llegó a producir grandes cantidades de cáñamo hasta mediados del siglo XX, siendo uno de los mayores centros productores de Guadalajara. La importancia del cáñamo se refleja en el hecho de que en Albares llamen aún "·cañamar" a las huertas. Podríamos destacar aquí los sistemas de "vez" que se establecieron desde muy antiguo para regar por turno las huertas y cañamares en el periodo de sequía estival.

Ermita de San Antonio (ver otras imágenes).

La actividad pastoril también ha sido muy importante en Albares a lo largo de toda su historia. En la actualidad la cabaña ganadera de Albares es aún muy importante en comparación con la del resto de los pueblos de la zona. Esta importancia de la ganadería se ha visto impulsada por la gran cantidad de terrenos dedicados a pastos en los cerros y baldíos, improductivos agrícolamente, que tanto abundan en nuestro término así como en los términos de "La Común", Las principales cabañas ganaderas han sido siempre la ovina y la caprina, pues son las que mejor se adaptan a la pobreza de nuestros pastos, aunque antiguamente también pudo haber, aunque en menor número, vacas, bueyes y cerdos, sin olvidar los animales de tiro (mulas, asnos y caballos).

La diferencia entre agricultores y ganaderos no era muy clara, pues la mayoría de los vecinos poseía una o más cabezas de ovejas, cabras, cerdos, caballerías y aves de corral además de las tierras de labor de secano y la huerta.

Restos de la ermita de Santa María de Araduéñiga.

Hemos de hacer aquí referencia a la "dula". En la Edad Media, posiblemente cada vecino llevase a pastar a sus animales. La "dula" organizó todo esto y consistía en que el conjunto de reses que pertenecían a los vecinos del pueblo era apacentado por un dulero (pastor no profesional, sino posiblemente un vecino que hace la función por turno) en tierras cedidas por el municipio. El sueldo del dulero se costeaba proporcionalmente entre todos los que tenían animales en la "dula", aportando un tanto por cabeza. La ganadería tuvo gran importancia en Albares, la huella de esta importancia de la cabaña lanar en nuestra tierra está en el gran número de cabañas "chozas" y corrales esparcidos por todo el término. Estas chozas son más escasas en los pueblos de la comarca que en Albares.

Aparte de la ctividad agropastoril, los datos ofrecidos por las relaciones del siglo XVI (Felipe II) y del siglo XVIII nos hablan también de una importante actividad industrial y artesanal en Albares que entró en decadencia en el siglo XIX. Estas relaciones nos hablan de un importante número de vecinos de Albares dedicados a actividades como los telares (lana y cáñamo), los molinos de aceite (existían tres), los hornos de pan (había 4), además había zapateros, herreros, albañiles, yeseros, carniceros y curtidores de piel (en la actualidad hay una calle que se llama Tenería, nombre éste que antaño servía para designar las calles donde se realizaba la curtiduría de piel).

Imágenes de los restos de la ermita de Santa Catalina. La imagen de la izquierda es nuestra, y la derecha nos la envió Alicia Sánchez Pezuelas.

La economía fue durante estos siglos de autoconsumo o autosuficiencia, pues cada familia producía para su propio consumo. La actividad comercial era escasa. Los intercambios se realizaban principalmente con los vecinos del pueblo o con los vecinos de los pueblos cercanos aprovechando los mercados y ferias a los que acudían personas de toda la comarca. Destacan los mercados que se celebraban ya en la Edad Media en Mondéjar (los jueves), en Pastrana (los miércoles) y la Feria de Santa Cruz, que se celebraba en Almoguera los ocho primeros días del mes de mayo desde el año 1301.

En cuanto a la población, hay que decir que la mayor parte de los vecinos de Albares eran "ommes buenos". Como hombres buenos se designaban antiguamente a los campesinos y artesanos cristianos más o menos acomodados. El número de nobles era muy escaso (sin superar el número de 10), se trataría de personas pertenecientes a las clases más bajas de la nobleza, llamados hijosdalgo o hidalgos, que vivían de sus escasas rentas, pues su condición de nobles les impedía trabajar.

Ermita de Santa Ana. ¿De origen templario? La imagen de la izquierda es nuestra, la de la derecha nos la ha enviado Alicia Sánchez Pezuelas.

En cuanto al hábitat, hemos de decir que las casas eran muy rústicas, de madera tosca utilizada en el entramado de las paredes y techumbres y de gruesos muros construidos con materiales del terreno (pedernal,yeso...) y con pequeñas y escasas ventanas. Las casas se acomodaban a la climatología, siendo frescas en verano y templadas en invierno. Al mismo tiempo, las casas se acomodaban a la vida rural, presentando estancias para vivienda humana, otras para dar cobijo a los animales (cuadras, cortes, etc) y otras que servían como granero o almacén (pajar, cámara, etc)

A partir de las construcciones particulares destacaban en Albares ya desde muy antiguo las construcciones religiosas. La principal edificación religiosa es la Iglesia de San Esteban, de los siglos XVI y XVII, que probablemente fue construida sobre otra iglesia más antigua que, con el aumento de población que registró Albares a finales de la Edad media, debió quedarse pequeña.

Iglesia de San Esteban Protomártir.

La grandiosidad de nuestra iglesia quizás sea el reflejo de que fue construida en una época en la que Albares tenía una importancia social y economía estable que hizo posible una iglesia de esta magnitud.

Otros edificios religiosos existentes, algunos de los cuales ya no se conservan, son las ermitas de San Sebastián (en la salida hacia el Pozo de Almoguera), la de San Cristóbal (en lo alto del cerro con este nombre, de la que sólo quedan los cimientos), la de Santa catalina (en el camino de Fuentenovilla), la de Santa Bárbara, la de la virgen o Santa María (quizás fue la iglesia de la aldea desaparecida de Aradóñiga), la de Santa Ana (la tradición cuenta de esta ermita que fue monasterio de los Caballeros Templarios y se dice que la imagen hacía milagros, viniendo desde Sevilla peregrinos a velarla), la Concepción (en la salida hacia Almoguera) y la de San Antonio de Padua (en la salida hacia Mondéjar).

Vemos, pues, cómo estos edificios se situaban o bien en cerros elevados o bien en las entradas o salidas del pueblo, como enmarcando los límites del municipio. Otro lugar religioso muy importante es el Cerro de las Cruces, con un "via crucis" que culmina en el Calvario (con tres cruces) y en el sepulcro. La ermita de San Antonio de Padua era en principio un humilladero sustentado por la capellanía anexa a la ermita de San Ana. La ermita actual es del siglo XVIII. Las festividades que se celebraban en Albares eran las de Santa Agueda, San Gabriel Arcángel y la de San Antonio de Padua, convertido en patrón de la villa de Albares en agradecimiento por librar a nuestro pueblo de la peste.

Otros edificios de los que se tienen datos son el Hospital situado junto al templo de San Esteban, que servía de refugio para pobres y el coso taurino portificado a modo de soportales de madera a distintos niveles, que coincide con la actual plaza de toros y que aún conservaba, aunque en estado deplorable, a mediados del siglo XIX.